Después de la primera guerra mundial, el inventor alemán Arthur Scherbius y su amigo Richard Ritter fundaron una empresa de ingeniería y crearon la máquina Enigma con la finalidad de venderla no solo al ejército sino también a muchas empresas del país. La máquina iba en una caja de pequeñas dimensiones.
Básicamente, estaba formada por tres componentes conectadas por cables que combinados constituían una compleja máquina para cifrar: Un teclado para escribir cada letra del texto en claro; una unidad modificadora formada por tres rotores, un clavijero y un reflector; y un tablero donde quedaba iluminada la letra cifrada.
Cada rotor era un disco con dos caras y con 26 contactos eléctricos, uno por cada letra del alfabeto. El clavijero estaba colocado entre el teclado y el primer rotor, con el objetivo de intercambiar 6 pares de letras. Mientras que el reflector conseguía que al codificar un mensaje cifrado, usando la mismas posiciones iniciales de los rotores y los mismos pares de letras interconectadas en el clavijero, se obtuviese el mensaje en claro.
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